Encuentran vínculos entre las bacterias intestinales y el Parkinson

Investigadores de la Universidad de Nagoya descubrieron que las deficiencias en los genes de los microorganismos de los intestinos para […]

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Investigadores de la Universidad de Nagoya descubrieron que las deficiencias en los genes de los microorganismos de los intestinos para las vitaminas B2 y B7 están relacionadas con este problema de salud. Los detalles

Un estudio realizado por expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nagoya, en Japón, ha descubierto una conexión entre la microbiota intestinal y la enfermedad de Parkinson (EP).

Los investigadores observaron una disminución de los genes de las bacterias intestinales responsables de sintetizar las vitaminas B2 y B7 esenciales. Además, encontraron una relación entre la deficiencia de estos genes y niveles reducidos de agentes que ayudan a preservar la integridad de la barrera intestinal.

Esta barrera impide que las toxinas entren en el torrente sanguíneo, lo que provoca la inflamación que se observa en la enfermedad de Parkinson. Sus hallazgos, publicados en la revista Parkinson’s Diseasesugieren que el tratamiento con vitaminas B para abordar estas deficiencias puede usarse para tratar la enfermedad de Parkinson.

La EP se caracteriza por una variedad de síntomas físicos que dificultan las actividades diarias y la movilidad, como temblores, lentitud de movimientos, rigidez y problemas de equilibrio. Si bien la frecuencia de la EP puede variar entre diferentes poblaciones, se estima que afecta aproximadamente al 1% a 2% de las personas de 55 años o más.

Diversos procesos fisiológicos están fuertemente influenciados por los microorganismos que se encuentran en el intestino, a los que se conoce colectivamente como microbiota intestinal.En condiciones ideales, la microbiota intestinal produce AGCC y poliaminas, que mantienen la barrera intestinal que impide que las toxinas entren en el torrente sanguíneo. Las toxinas en la sangre pueden ser transportadas al cerebro, donde causan inflamación y afectan los procesos de neurotransmisión que son fundamentales para mantener la salud mental.