Qué factores influyen en este proceso natural del cuerpo humano, según especialistas en nutrición y medicina
Hacer dietas y no ver los resultados esperados puede ser frustrante, especialmente cuando los cambios relacionados con el envejecimiento juegan en contra. Con el paso del tiempo, el cuerpo humano experimenta varias transformaciones, lo que hace que perder peso sea más complicado de lo que solía ser. La ciencia ofrece varias explicaciones para entender este fenómeno.
A medida que las personas envejecen, tienden a ganar peso de manera natural. Un estudio de la Agencia para la Investigación y la Calidad de la Atención Médica indica que se pueden ganar entre 0,5 a 1 kg por año. Aunque inicialmente puede parecer insignificante, con el tiempo esto puede resultar en un aumento significativo de peso, llegando en algunos casos a la obesidad, definida como un índice de masa corporal (IMC) de 30 o más.
Craig Primack, especialista en medicina de la obesidad del Scottsdale Weight Loss Center en Arizona, explica que la incidencia de la obesidad comienza a incrementar desde los veinte años, alcanzando su pico máximo entre los 40 y 59 años.
Después de los 60, la incidencia disminuye ligeramente. Aunque no todas las personas ganarán peso con la edad, factores como la genética, el nivel de actividad física y las elecciones alimentarias juegan un rol crucial.
Según Primack, “la genética carga el arma y el estilo de vida aprieta el gatillo”. No obstante, para todos, la tarea de mantener o perder peso se complica con cada año que pasa.
El envejecimiento afecta músculos, hormonas, metabolismo y otros sistemas corporales, haciendo más complejo el control del peso. Existen cinco razones principales que pueden explicar por qué es más difícil perder peso con el paso del tiempo:
1- Pérdida de masa muscular relacionada con la edad
La masa muscular magra disminuye entre un 3 y un 8 por ciento por década después de los 30 años, en un proceso conocido como sarcopenia, según una revisión de los Institutos Nacionales de Salud (NIH). La menor actividad física debida a problemas de salud como la artritis, o el reposo por lesiones o cirugías, también contribuyen a esta pérdida. La importancia de la masa muscular radica en su capacidad para quemar más calorías que la grasa, incluso en reposo.
La falta de entrenamiento de fuerza puede reducir la necesidad calórica diaria del cuerpo, aumentando así la probabilidad de ganar peso. Marcio Griebeler, endocrinólogo de la Clínica Cleveland en Ohio, indica que muchas personas no ajustan su consumo calórico en concordancia con la disminuida masa muscular y actividad física, lo que conlleva a un aumento de peso paulatino.