En los últimos días, las declaraciones de Gloria Reyes, dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y directora de Supérate, han sido desvirtuadas para tergiversar su mensaje. En un video reciente, Gloria destacó que el país está listo para tener una presidenta mujer, pero también advirtió que, dadas las circunstancias políticas actuales, no ve condiciones favorables para que una candidatura femenina triunfe en las elecciones de 2028.
Este análisis político ha sido distorsionado para sugerir que Reyes cuestiona la capacidad de las mujeres dominicanas de liderar, una interpretación completamente falsa. Su trayectoria refleja un compromiso claro con el liderazgo femenino y la equidad en todos los espacios de poder.
La controversia escaló cuando el expresidente Hipólito Mejía, en su estilo característico, calificó las declaraciones de Gloria como una “provocación” y aprovechó para resaltar a su hija, Carolina Mejía, como una posible candidata presidencial del PRM. Mejía comentó: “Gloria es prima mía doble, pero siempre está perdida. Quizás está pensando solo en ella misma”. Estas palabras, aunque interpretadas como un respaldo a Carolina, también reflejan la complejidad de la representación femenina dentro del PRM.
Sin embargo, estas controversias desvían la atención del verdadero problema: la manipulación de las palabras de Reyes para desinformar y dañar su imagen. Este tipo de estrategias no solo afectan a Gloria, sino que también entorpecen el debate sobre la necesidad urgente de abrir más espacios para las mujeres en la política dominicana.
Es crucial poner fin a estas tácticas de desinformación y enfocarse en lo que realmente importa: el mensaje de Gloria no niega la capacidad de las mujeres para liderar, sino que plantea un desafío para trabajar desde ahora en crear las condiciones necesarias para que una mujer no solo aspire, sino también alcance la presidencia.
El avance del liderazgo femenino es una tarea colectiva. Figuras como Carolina Mejía tienen un rol importante, pero no se trata de protagonismos individuales, sino de un esfuerzo conjunto para garantizar la igualdad de oportunidades para todas las mujeres en la política. La verdadera lucha está en construir un camino en el que el género deje de ser una barrera para el liderazgo.