República Dominicana le ha tomado prestados 1,163.8 millones de dólares USD al Banco Centroamericano de Integración Económica, el BCIE, desde que ingresó como “miembro no fundador” en el año 2007, lo que convierte a esta entidad con sede principal en Tegucigalpa, la capital de Honduras.
Sobre esa cantidad en emprésticos, el organismo multilateral agregó que se han destinado tanto para el sector público, como para el sector privado.
En ese sentido, el BCIE señaló que en su estrategia correspondiente al lustro 2021-2026, tiene en proyecto prestarle a la República Dominicana, tanto a su sector público como a las empresas privadas, la suma de 1,750 millones de dólares USD, lo que significaría un aumento de 228% frente a la cantidad prestada en el lustro 2016-2020.
Pero, ¿para qué ha tomado prestado el país al Banco Centroamericano de Integración Económica? La institución multilateral señala en primer plano la ampliación a cuatro carriles de la Autopista del Coral, para lo cual desembolsaron 70 millones de dólares USD.
Mientras, que para el mejoramiento y ampliación del Corredor Vial del Este, prestaron dinero para el tramo San Pedro de Macorís-La Romana, el tramo Circunvalación de La Romana y el tramo Bulevar Turístico del Este, “que suman 78 kilómetros de longitud y que representan una mejor infraestructura vial en el país”.
El BCIE destinó un financiamiento de 130 millones de dólares USD para el proyecto hidroeléctrico Palomino, con una capacidad de generación de energía de 80 megavatios, presa localizada en la provincia de San Juan.
Hacia el sector privado, el BCIE canalizó un préstamo a favor de la empresa AES Dominicana por un monto total de 54 millones de dólares USD, con el objetivo de que se construya un gasoducto de 50 kilómetros en San Pedro de Macorís.
Igualmente, informaron haber prestado el dinero para la terminación de la Presa Multipropósito Montegrande Fase III, recién inaugurada por el Gobierno dominicano.
El Ministerio de Hacienda, en su estrategia de deuda pública, adelantó que pretende aumentar su dependencia crediticia de organismos multilaterales como el BCIE, al tiempo de dejar de lado o disminuir la emisión de bonos soberanos, porque en el universo de los mercados financiaros la experiencia enseña que los organismos multilaterales son más flexibles que los bonistas globales.