La deuda del sector público no financiero de República Dominicana se situó en US$55,730.2 millones, al cierre de junio de 2024, un 16.90% más que el nivel de compromisos financieros que cargaba el país en junio de 2021.
El Ministerio de Hacienda, a través de su Dirección General de Crédito Público, informó que en junio de 2021 la deuda era de US$47,672.2 millones, es decir el valor de los empréstitos internos y externos se incrementó en US$8,058 millones en cuestión de 36 meses.
Dentro del nivel de crecimiento de la deuda, el Ministerio de Hacienda presenta como dato positivo que ha caído la relación de los empréstitos con el producto interno bruto (PIB), ya que en junio de 2024 la deuda del sector público no financiero representaba el 44.9% del PIB, a diferencia de los 50.4% del PIB que pesaba en junio de 2021.
Ese margen de 5.5 puntos porcentuales anima a las autoridades a tomar más deuda, puesto que, en teoría, el país puede manejar esos compromisos financieros.
La deuda pública de la República Dominicana ha sido motivo de preocupación entre economistas, debido a su rápido incremento en los últimos años. Este crecimiento ha generado inquietud sobre la sostenibilidad fiscal del país y sus posibles repercusiones en la economía a largo plazo.
En las últimas dos décadas, la deuda pública de la República Dominicana ha crecido significativamente, impulsada por diversos factores, como el gasto público, la financiación de proyectos de infraestructura y, más recientemente, los esfuerzos por mitigar los efectos económicos de la pandemia de COVID-19.
Diversos economistas han expresado su preocupación por el ritmo al que crece la deuda y su impacto en la capacidad del Gobierno para cumplir con sus obligaciones futuras. Argumentan que una deuda elevada puede limitar la capacidad del gobierno para invertir en áreas críticas como educación, salud e infraestructura, afectando así el desarrollo sostenible del país.
Además, el servicio de la deuda, que incluye el pago de intereses y amortización, consume una parte significativa del presupuesto nacional, lo que podría restringir el gasto en otros sectores esenciales, lo que genera vulnerabilidad a los choques externos, como el aumento de las tasas de interés a nivel mundial o las fluctuaciones en los precios de las materias primas, que podrían encarecer el servicio de la deuda.