La razón por la que Felipe VI se vistió de gris para la toma de posesión de Luis Abinader

El rey Felipe VI, un líder conocido por su respeto riguroso a las normas protocolarias, se presentó vestido con un […]

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El rey Felipe VI, un líder conocido por su respeto riguroso a las normas protocolarias, se presentó vestido con un traje gris, un tono neutral y formal. Este detalle, lejos de ser una simple elección estilística, tiene un trasfondo profundamente ligado al protocolo monárquico español. El exviceministro de Relaciones Exteriores, Jatzel Román, explica que “el color blanco tiene un simbolismo especial dentro de la monarquía española, ya que tradicionalmente está reservado para actos de naturaleza religiosa”. Este uso exclusivo se relaciona con el respeto a lo sagrado, reflejando una antigua costumbre que remonta sus raíces a la historia católica de España.

Así que la elección del rey Felipe VI de asistir con un traje gris en lugar de blanco, no fue un desaire a la etiqueta de vestimenta de la ceremonia dominicana, sino un reflejo de la delicada flexibilidad de la diplomacia.

En este caso, la decisión de priorizar las tradiciones de la Casa Real Española sobre las directrices del evento, es un ejemplo claro de cómo el protocolo puede adaptarse para respetar las sensibilidades culturales y religiosas, sin generar malentendidos diplomáticos.

El rey Felipe VI junto al presidente de la República, Luis Abinader
El rey Felipe VI junto al presidente de la República, Luis AbinaderCasa Real

Al mantener su tradición de reservar el color blanco para actos religiosos, el rey Felipe también envió un mensaje de coherencia y respeto hacia su propia cultura y la institución que representa. Esta acción subraya la importancia de comprender las complejidades del protocolo diplomático, donde las decisiones aparentemente pequeñas, como el color de un traje, pueden tener un significado profundo.

El protocolo no es simplemente una cuestión de cumplir reglas, sino de comunicar valores, tradiciones y respeto. La presencia del rey Felipe VI en la ceremonia, con su vestimenta gris, fue un recordatorio del delicado arte de entender la diplomacia.